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EL EBRO
Vinebre se encuentra bañado por el río Ebro, y a unos 50 km de su desembocadura. Antiguamente se accedía al pueblo por caminos de tierra, en cabalgaduras, o por medio de una gran barcaza que cruzaba el río desde Ascó, hasta donde se podía llegar en tren.
Se ha definido a Enrique de Ossó como “caixa tancada” (caja cerrada en catalán) por su carácter reservado. ¿Tendría el lugar “poco accesible” donde nació y creció algo que ver con ese rasgo de su personalidad?
BARCAZA
Con motivo de la inauguración del monumento a Enrique de Ossó, el 19 de julio de 1957, en la plaza de la Iglesia (antes Plaza del rey), las hermanas teresianas cruzan el río en la barcaza para llegar a Vinebre. La embarcación se utilizó hasta los años 70 del pasado siglo, cuando se construyó el puente para facilitar la conexión con la Central Nuclear de Ascó.
CASA-MUSEO ENRIQUE DE OSSÓ
Ca Don Jaume del Cantó (de la esquina). Aquí nació y vivió Enrique. Hoy es una casa-museo donde podemos pasear por sus estancias; muchas de ellas decoradas con muebles de la época, de la familia Ossó y de otras familias del lugar. Frente a la casa, la familia tenía viñas, donde Enrique solía jugar y ayudar en la vendimia. La familia poseía tierras y viñedos y producía el vino dulce típico de la localidad llamado Vinblanc.
Cuando las hermanas de la Compañía vendimiaban, Enrique les pedía que no recogieran todas las uvas sino que dejaran algunas para que los pájaros se pudieran alimentar. ¡La creación es para todos!
ORATORIO
En esta estancia, ahora oratorio, nace Enrique el 16 de octubre de 1840. Era la alcoba de sus padres. Actualmente el día 27 de cada mes, conmemorando el día de la muerte del santo (27 de enero de 1896), se celebra un encuentro de oración o eucaristía en este oratorio al que acuden personas de Vinebre y de otros pueblos de la zona. Al fondo del oratorio, podemos observar el cuadro con la imagen de la beatificación del santo en la Gloria de Bernini (Vaticano)
“Estuve presente a su muerte santa, y lloré mucho, porque mucho sentí verme privado de ella. Mas a esto que parece desgracia debo tal vez mi dicha y mi suerte, porque luego me vino deseo de ser sacerdote recordando lo que me decía mi buena madre (e.p.d.): “–Fill meu, Enric, fes-te capellà. ¡Quin goig em daries!. – No quiero, le decía yo. -Pues qué quieres ser? -Vull ser mestre”. (Enrique de Ossó: Apuntes de las Misericordias del Señor).
Cuando nace Enrique, en 1840, termina la primera de las Guerras Carlistas, que enfrentan a los liberales y a los absolutistas. Los primeros defienden el derecho de la joven Isabel II de ser reina de España, mientras que los segundos abogan por don Carlos M. Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, como nuevo rey. El general Espartero consigue la victoria para los liberales (1840) y se intensifican las políticas anticlericales, lo que hará que la Santa Sede rompa -ese año- relaciones diplomáticas con el Gobierno español. Anteriormente, la desamortización de Mendizábal, en 1836, ya había significado la expropiación de parte de las tierras de la Iglesia; y en 1834, varios frailes fueron asesinados en Madrid acusados de envenenar las aguas y crear la enfermedad del cólera en la ciudad.
EL DESVÁN
El joven Enrique permaneció en esta estancia durante la agonía de su madre, Micaela Cervelló Jové, quien había enfermado de cólera. Era 1854 y Enrique tenía solo 13 años. El fallecimiento de su madre, a la que quería profundamente, supondría un punto de inflexión en su vida. A los pocos días de su muerte, huyó al monasterio de Montserrat con la firme decisión de hacerse sacerdote, algo que su madre siempre había deseado para él.
A través de la ventana del desván, el joven Enrique vio ascender al cielo el alma de su madre en el instante de su muerte. En la habitación se conserva la ventana de madera original enmarcada en cristal.
“¡Miren a mi madre que sube al cielo!” (Película Quiero ser Maestro)
SU DESPACHO
Lugar de trabajo del Santo cuando estaba en Vinebre. El reloj de la imagen le acompañaba a todas partes. En la época solamente quienes tenían una posición económica holgada podían disponer de uno.
En la nochebuena de 1895, apenas unas semanas antes de su fallecimiento, en una visita a Vinebre, Enrique regaló su reloj -del que nunca se desprendía- a un sobrino suyo. Esto sorprendió mucho a sus allegados porque dada la actividad del santo el reloj era un instrumento muy necesario. ¿Percibía el santo que sus días llegaban a su fin?
SU HABITACIÓN
Su estancia personal era sencilla y austera. Seguramente el joven Enrique pasó mucho tiempo aquí pensando sobre su futuro. Su padre quería que se dedicara al comercio y lo mandó aprender el oficio primero con sus tíos a Quinto de Ebro y, más tarde, a la tienda del señor Ortal en Reus. Su madre deseaba que fuera sacerdote. Pero él quería ser maestro. Finalmente, supo aunar su deseo y el de su madre.
LA VIRGEN
Imagen articulada de la Virgen que Enrique llevaba siempre en sus viajes, ya que no todas las iglesias disponían de imágenes de la Virgen de sus devociones. Enrique le cambiaba el vestido a la imagen según la celebración del día. También mandó elaborar un maletín especial para transportarla.
SÓTANO
En vida de Enrique esta parte de la casa eran los establos, una dependencia fresca y húmeda con una puerta de salida hacia el exterior. Allí Enrique, siendo seminarista, reunía a los niños y niñas del pueblo y les daba catequesis durante el verano. Un lugar ideal para evitar la cálida temperatura estival de Vinebre.
“En las vacaciones de verano de seminarista, después de comer, reunía en mi casa un día a los niños y otro día a las niñas y les enseñaba la doctrina cristiana, cosas santas, oraciones, ejemplos, etc. Pero podía poco porque, como era la hora de la siesta, molestaban a mi buen padre con el ruido que hacían, y no se podía evitar” (Enrique de Ossó: Apuntes de la Misericordia del Señor)
ESCALERA
Durante la catequesis los niños se sentaban en la escalera que comunica el antiguo establo con la planta superior. El contacto con los niños y niñas y su vocación de maestro hicieron seguramente que Enrique se percatara de la imperiosa necesidad que estos tenían de ser educados.
En los municipios agrícolas como Vinebre, la necesidad de trabajar la tierra hacía que se tuvieran muchos hijos. Estos, generalmente pasaban poco tiempo en la escuela por tener que ayudar en las tareas del campo. La primera Ley General de Instrucción Pública, que establecía la educación obligatoria entre los 6 y los 9 años, no sería promulgada hasta 1857.
SAN ENRIQUE
Monumento a Enrique de Ossó situado en la Plaza de la iglesia. Fue inaugurado el 19 de julio de 1957. En la escultura el sacerdote catalán aparece sosteniendo un libro, símbolo de la importancia que daba a la educación, y está acompañado por una niña, resaltando la importancia que él daba a la mujer.
En palabras de su tiempo, Enrique lo expresaba así: “Educar a un niño es educar a un hombre, pero educar a una niña es educar a toda una familia”.
CASA DE DÑA.MICAELA
En esta casa vivió Dª Micaela, madre de Enrique, una mujer sencilla y profundamente religiosa de la que Enrique aprendió mucho. La vivienda, identificada en el pueblo como “Ca Butxaca” perteneció a una familia sencilla de labradores; ha sido restaurada recientemente manteniendo la estructura del s. XIX.
Enrique tuvo mucha relación con su abuelo materno, Antonio, por lo que visitaría con frecuencia este lugar.
CASA DE DON JAIME
Casa Pairal (solariega) de la familia. La casa pasó de los abuelos paternos de Enrique, Jaime y Mariana, a sus tíos Rafaela y Justo, con quienes él mantenía una excelente relación y los visitaba a menudo. La familia Ossó tenía cierta relevancia en el pueblo. Era una familia acomodada que poseía bastantes tierras, muchas de ellas con viñedos.
ESCUDO DE OSSÓ
Detalle del escudo que se encuentra en la fachada de la casa pairal. Muestra del linaje de la familia de Ossó. Las cuatro barras de la derecha hacen referencia a la tierra y a la bandera de Cataluña; a la izquierda, un árbol y un oso, posibles referencias a la agricultura y al apellido.
COLEGIO TERESIANO
Realizado por uno de los discípulos de Antonio Gaudí, el arquitecto Bernardí Martorell i Puig. El abuelo de este, Joan Martorell i Montells, fue maestro del universalmente conocido arquitecto catalán, siendo ambos estrechos colaboradores y compartiendo la misma concepción arquitectónica. El colegio, que se destinó a la educación de niños pequeños hasta los años 90 del pasado siglo, se edificó sobre un terreno cedido por San Enrique.
ALTO RELIEVE
Detalle de la fachada del colegio. Enrique pidió expresamente que se dispusiera un espacio para hacer un relieve de Jesús con los niños. En el momento de edificación del colegio no se dispuso de los recursos necesarios para tallar la imagen, por lo que el sacerdote nunca llegaría a verla.
El alto relieve debía tallarse, en el futuro, sobre una enorme piedra que se colocó en la fachada del colegio. Como ésta pesaba mucho y sobresalía de la fachada, los vecinos temían que pudiera caerse y así se lo comunicaron a Enrique. Él, con gran convencimiento, respondió que eso jamás sucedería porque la piedra estaba asegurada con una cuña metálica muy moderna que le había recomendado el mejor arquitecto que él conocía. El día en que, por fin, pudo esculpirse la imagen, tras la beatificación del santo, se descubrió que lo que Enrique había colocado era una medalla de aluminio de Santa Teresa que hacía de cuña improvisada. ¡Hasta tal punto llegaba la fe del santo fundador!
VINEBRE HOY
Fotografía actual de Vinebre. Esta pequeña localidad ha visto perder la mitad de su población en los últimos ciento cincuenta años; en la época de Enrique vivían alrededor de 1000 personas, hoy apenas sobrepasan las 430. La economía de Vinebre, basada -históricamente- en el cultivo de viñas, olivos y almendras, vivió un notable cambio con la creación de la central nuclear de Ascó en los años 70 del pasado siglo. Desde ese momento, gran parte de los habitantes vinebrenses trabajan en ella.