Contexto histórico

La segunda mitad del siglo XIX, en la que vive Enrique de Ossó, es una época de enormes tensiones y transformaciones en el ámbito social, político, económico y religioso, que afectan al conjunto de la sociedad española y europea.

A nivel económico y social, España también sufre esas contradicciones entre el mundo rural y el urbano, aunque Enrique se mueve con la misma soltura tanto en el Vinebre agrícola como en la moderna ciudad de Barcelona con sus trenes y sus nuevas edificaciones modernistas. Es precisamente en Cataluña y en el País Vasco, donde la Revolución Industrial favorece la emergencia de dos nuevas clases sociales, burguesía y sector obrero, que con modelos políticos y económicos opuestos, exigen un rol más determinante en la sociedad.

En el ámbito político, la burguesía -muy pujante económicamente- busca modernizar el país y reivindica las ideas liberales surgidas de la Revolución Francesa para oponerse frontalmente al Antiguo Régimen. La tensión constante entre liberales y conservadores ofrecerá breves períodos revolucionarios (el Bienio Progresista, Sexenio Democrático, etc.), seguidos por restauraciones, a menudo obtenidas a la fuerza con pronunciamientos militares o en enfrentamientos como las guerras carlistas. 

De gran importancia son el ámbito cultural y el religioso. Durante la primera mitad del siglo XIX, con un bajo nivel de enseñanza, las clases populares carecían de cultura. Los gobiernos liberales se preocupan por el desarrollo del sistema escolar en España. Buscan promulgar una ley general que regule la enseñanza. Pero hasta 1857 no se promulga la Ley General de Instrucción Pública de Claudio Moyano, que intenta dar una base jurídica a la enseñanza y configurar el sistema escolar.  No obstante, el último tercio del siglo XIX aún existe  un alto porcentaje de analfabetismo. En este marco, no puede ignorarse la aportación del krausismo, que domina el pensamiento progresista español hasta el fracaso de la revolución de 1868,  especialmente el fruto más significativo que es la Institución de Libre Enseñanza (1876), de Francisco Giner de los Ríos. 

La España del siglo XIX es fundamentalmente católica, con sectores de fuerte anticlericalismo, presencia de corrientes masónicas y protestantismo. Los intentos de modernizar España son también un desafío abierto para el conjunto eclesiástico, que ve cómo los gobiernos liberales aplican políticas hostiles y llegan incluso a arrebatar parte de las propiedades de la Iglesia mediante las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, al mismo tiempo que el anticlericalismo crece en la sociedad. 

En este contexto, y fiel al gran acontecimiento religioso que fue la celebración del Concilio Vaticano I (1869-1870), Enrique de Ossó, percibe la necesidad de “regenerar” España, atendiendo a todos los que precisaban apoyo y formación. Está convencido de que el verdadero motor del cambio y la esperanza de renovar la sociedad reside en la educación, empezando por los niños. Por ello, su labor apostólica se centra en combinar la pedagogía y el cristianismo, mediante la difusión de su Revista Teresiana, la Catequesis, Escuelas Dominicales y Nocturnas, creación de grupos cristianos para niños (Rebañito del Niño Jesús), jóvenes y adultos (Archicofradía, Congregación de la Purísima, Hermandad Josefina), sin contar las también esbozadas: Hermandad Teresiana Universal y Misioneros Teresianos, la formación de maestras cristianas y, finalmente, la creación de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, dedicada a la regeneración social a través de la educación.

Todas estas situaciones complejas socioeconómicas, políticas, culturales y religiosas, constituyen no solamente un periodo de gran interés histórico y el marco que nos permite entender el fascinante contexto en el que se desenvuelve Enrique, sino que al tratarse de tensiones no resueltas serán también la causa generadora de nuevos conflictos durante el siglo XX, incluyendo conflictos bélicos como la Gran Guerra o la guerra civil española.