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Ciudad y Nuevo Ensanche
La ciudad condal que conoció Enrique era una urbe en plena transformación. Parte de los viejos muros que impedían el crecimiento de Barcelona se derribaron y el ingeniero Idelfonso Cerdà planificó y diseñó el Eixample (Ensanche): un vanguardista modelo de calles anchas y simétricas, con sus ingeniosos chaflanes, que facilitarían la visibilidad y la circulación de vehículos en un futuro. Una nueva área urbana, que contrastará con el trazado espontáneo y desigual de la ciudad histórica.
En la segunda mitad del siglo XIX, Cataluña vive un desarrollo económico muy notable, con una burguesía, que constituye la verdadera locomotora de España. En este contexto de prosperidad se llevó a cabo la Exposición Universal de Barcelona en 1888, en la que más allá de avances tecnológicos de los que los países hacían gala, se expuso una toalla bordada por la hermana de la Compañía Luisa Grego y que fue premiada con la medalla de oro de la Exposición.
Basílica de Santa María del Pi
En esta iglesia en el corazón de la “Ciutat Vella”, Enrique se reunía con el grupo de teresianas de la Archicofradía, instalada en la parroquia del Pi (Pino) y en otras iglesias de la ciudad. Durante la guerra civil, una de las hermanas de la Compañía, Mercedes Prat, fue apresada y asesinada por ser religiosa. En una de las capillas del Pi permanece una placa recordando su nombre y su pertenencia a la Archicofradía. Fue declarada beata y mártir en Roma, en 1990.
Colegios de la Compañía en la época de Enrique
El mapa recoge los lugares en los que se fue desarrollando la actividad educativa de las hermanas, acogiendo desde el comienzo a los sectores más necesitados de la ciudad. Las antiguas y pequeñas calles que conocieron Enrique y las primeras teresianas, desaparecieron con la obra urbanística que tuvo lugar en Barcelona durante la última década del siglo XIX y principios del XX.
En 1884 comenzó a extenderse el cólera por casi toda España. Se cerraron los colegios de Barcelona y se requerían voluntarias para cuidar a los enfermos. Muchas hermanas se ofrecieron a esta “obra de gran caridad” y, lamentablemente, algunas fallecieron también en esta generosa acción. Unos años después, en el Congreso Católico Nacional de 1889, se destacó la actitud de las hermanas de “dar la vida” en un momento tan duro para el país.
COLEGIO DE GRACIA
Enrique de Ossó recibió la petición para que la Compañía asumiera un colegio del pueblo de Gracia (hoy barrio de Barcelona) que estaba cerca de los protestantes. Lo consideró de tal importancia que envió a dos de las fundadoras para iniciar la fundación el 25 de julio de 1880; él estuvo presente. Comenzaron las clases gratuitas con la asistencia de 80 niñas y 40 nocturnas y en menos de 3 semanas se triplicó el número de alumnas. El colegio y la comunidad de hermanas estuvieron en distintos lugares hasta llegar, en 1889, a la ubicación actual en la calle Nápoles 359. Hoy es una escuela mixta de la Fundación Escuela Teresiana, con las etapas educativas de tres a dieciocho años.
Colegio de Ganduxer
A medida que la Compañía fue creciendo, Enrique fue fraguando un proyecto que culminaría en la Casa Madre y el colegio de Ganduxer que iniciará su labor educativa en 1886. Este edificio, construido por el genial arquitecto Antonio Gaudí, representa perfectamente lo que Enrique de Ossó le demandó: una alegoría del “castillo interior” al que hace referencia el libro Las Moradas de Santa Teresa de Jesús. El sacerdote se sentía feliz al ver en todas partes detalles de la espiritualidad de la Santa plasmados, tanto en la piedra como en el ladrillo y la cerámica.
Teresa de Jesús expresa en el libro de Las Moradas, que cada persona tiene capacidad de entrar en su “castillo interior”, de ir pasando de habitación en habitación, hasta llegar a lo más interior de nuestro ser que es donde “habita” Dios. Enrique nos dice que basta un cuarto de hora de oración cada día para entrar en esa relación con el Dios que nos habita.
Fachada posterior blanco y negro
En esta imagen observamos, sobre las almenas del castillo, los birretes de doctora originales, que se perdieron durante la ocupación del edificio en la guerra civil (1936-1939). Posteriormente se restaurarían, al igual que el escudo de la fachada principal. Para Enrique de Ossó, Santa Teresa era merecedora de esta distinción doctoral mucho tiempo antes de que la Iglesia lo reconociera en 1970.
Verja de la puerta
La verja de entrada al edificio, es el escudo de la Compañía. Al parecer la habría hecho el propio Gaudí. Se cuenta que un forjador estaba moldeando el hierro, cuando el vanguardista arquitecto catalán le dijo: “Trae, que ya la hago yo”. Antonio Gaudí había aprendido el oficio de su padre que era forjador de hierro.
Detalle de la verja
A la derecha, el corazón de Jesús con la corona de espinas; a la izquierda, el de Santa Teresa transverberado, experiencia vivida por Teresa de Jesús hacia 1562.
Esta experiencia que narra Teresa será muy significativa para Enrique, como descubrirás en el Desierto de Las Palmas.
«Vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla. […] No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman Querubines […]. Viale en las manos un dardo de oro largo, y al fin de el hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios.» Teresa de Jesús: Vida, Capítulo 29.
Detalle de las puertas
Todos los pomos de las puertas tenían la forma de “T” de Teresa, actualmente solo queda uno. Otro ejemplo de la simbología teresiana en el edificio es que la puerta de entrada no tiene cerradura ni llaves para abrirla desde fuera, sólo puede ser abierta desde dentro, lo mismo que ocurre con nuestro “castillo interior”.
Pasillo del interior
En el primer piso del edificio, lugar destinado para las religiosas, Gaudí situará un bosque de pilares delgados, combinando con maestría el uso de curvas y de la luz. En este caso, cada arco es ligeramente distinto del anterior de forma que se pueda ver toda la arquería. El resultado fue un espacio sobrio, profundo y luminoso que invita a la hondura y al recogimiento.
Enrique emprende este proyecto con Gaudí con muy pocos recursos y mucha confianza en Dios.
“Ya tenemos Colegio al primer piso. Será muy hermoso y se estará bien, como dice, Gaudí, el arquitecto. No habrá otro en Barcelona, ni tal vez en España. Sólo falta que lleguen recursos, pues la buena Dª Rosario hace lo que puede y no puede por tirar. Hay 23 maestros albañiles y esta quincena 8 más. Total, más de 68 hombres” (Enrique de Ossó: Carta a Hna Saturnina Jassá, 1869)
Escultura de San Enrique
En el jardín de entrada al edificio, se localiza esta imagen de Enrique, obra de Enric Monjo. Una copia de la misma se encuentra en la plaza que da acceso al monasterio de Montserrat. Desde ese lugar, Enrique parece darnos la bienvenida y preguntarnos ¿quieres tú también entrar en tu castillo interior? Te aseguro que vale la pena.
COLEGIO DE VILANOVA Y LA GELTRÚ
Un sacerdote de Vilanova, inquieto por la importancia de la educación, solicita a Enrique de Ossó que asuma el traspaso de un colegio que había sido dirigido por las hermanas de San Vicente de Paúl. Enrique no conocía al sacerdote pero intuía una buena fundación. La Compañía acepta y el colegio se abre el 15 de septiembre de 1884 acogiendo a alumnas mediopensionistas y externas. El colegio estará situado en el centro de la ciudad, en una casa particular hasta que, en 1892, se traslade a un nuevo edificio en la rambla principal. Se trabajó intensamente promoviendo el nivel cultural de los hijos de los obreros. Hoy es una escuela mixta de la Fundación Escuela Teresiana con las etapas educativas de 3 a 20 años.
Colegio de la Calle Arcs
Este edificio fue el que las hermanas eligieron para reabrir un colegio en 1924 después de dejar otro local más pequeño por exigencias de las propietarias. Recibieron los permisos necesarios gracias al reconocimiento del proyecto educativo de la Compañía. Estaba al final del Portal del Ángel y a escasos pasos de la Catedral. En la actualidad alberga el Real Centro artístico de Barcelona, un centro cultural dedicado a la realización y promoción de cursos, exposiciones, conferencias, etc. Destaca la portada con arcos carpanel tan común durante el gótico.