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CONVENTO DE LAS MADRES CARMELITAS
Alba de Tormes, ciudad en la que murió Teresa de Jesús el 4 de octubre de 1582; después de ajustes del calendario gregoriano, el día pasó a ser el 15 de octubre. Muchos lugares de este templo (capilla del sepulcro de la Santa, celda, sacristía, púlpito…) son significativos en la vida y experiencia espiritual de Enrique de Ossó durante sus visitas a la ciudad, entre los años 1875 y 1892.
“Se acerca, amados míos, el día feliz en que podamos visitar el sepulcro y el corazón de nuestra Santa Madre… ¡Ya estamos en Alba…! ¡Gracias mil, Jesús de Teresa!, ¡gracias, Teresa de Jesús! ¿Qué haremos en Alba? Creo que los dos o tres días que pasemos allí deben ser una fiesta continua. Sí, de día y de noche, siempre ante el corazón y sepulcro de la gran Teresa, debe de haber una guardia de honor, que la formen sus hijas y sus más entusiastas devotos, que rece, que cante, ore en silencio, adore, de gracias o pida mercedes al Corazón de Jesús por medio del corazón de Teresa, por la Iglesia, por el mundo […], etc. En una palabra, deben ser días de oración, de acción de gracias, de generosos propósitos; días de dar, de recibir, de ofrecer, de pedir. Allí y durante el viaje se detallará mejor este plan por vosotros y por vuestro querido amigo”. El Solitario
RELICARIO DEL CORAZÓN TRANSVERBERADO
El motivo que llevaba a Enrique siempre a Alba era la veneración de las reliquias de Teresa de Jesús, acercarse a su corazón transverberado. Este relicario que contemplas en el museo estaba situado en la época de Enrique de Ossó en el presbiterio de la iglesia, a la derecha. Ante él se pasaba horas enteras orando; abrían para él la puerta que guardaba el relicario.
Tras la peregrinación de 1875 Enrique de Ossó expresa: “Hemos tenido que hacernos violencia para arrancarnos de aquel sitio” Y recoge en la Revista Teresiana de agosto de 1877:
“Pero lo que llama sobremanera la atención y que todos los fieles pueden contemplar con sus ojos es el Corazón de la Santa Madre Teresa de Jesús. Éste es el secreto imán que atrae y atraerá suave y fuertemente a todos los corazones bien nacidos. Éste es el foco de luz, de vida y de amor que ha de regenerar el mundo. Ésta es la escuela de los verdaderos amadores; éste es el lugar que escogió Dios en la tierra para obrar los más señalados prodigios.”
“Lo que nos toca a todos los peregrinos que tengamos la dicha de venerar este seráfico corazón, pedirle muy de veras y trabajar por conseguirlo, a fin de que nuestro corazón sea semejante al suyo.”
IGLESIA DEL SEPULCRO
Lugar desde el que Enrique de Ossó predicó tantas veces la Palabra cuando celebraba la Eucaristía y desde el que habló a los miles de peregrinos teresianos que llegaron a Alba en las distintas peregrinaciones. Por la puerta de la derecha se accedía al lugar donde se encontraba el relicario y oraba Enrique.
En un escrito, el P. Tomás Álvarez dice de la peregrinación de 1877: Fueron algo más de 4.000 peregrinos. La mayoría, jóvenes de la Archicofradía, unos 200 sacerdotes, 4 obispos, con un mismo lema: “ir peregrinos para volver apóstoles”. Una peregrinación así, era todo un reto ¡4.000 peregrinos en aquellos trenes! Impresiona leer en las crónicas cómo les esperaba la gente en cada estación… el silencio en los vagones para hacer el Cuarto de hora de oración diaria… la llegada a Ávila, ciudad de 7.000 habitantes… y tantísimos peregrinos en la pequeña villa de Alba.
CAPILLA DEL PRIMITIVO SEPULCRO
El “ara” de la derecha en piedra es el altar donde celebraba Enrique sus eucaristías, se encuentra igual que en su tiempo y fue el lugar donde reposó el cuerpo de Teresa de Jesús recién muerta.
“Por fin llegamos a Alba el mismo día después de admirar en Salamanca varios monumentos preciosísimos, y entre ellos el convento y casa que habitó la Santa. Ya estamos en Alba, ¡gloria a Dios y gracias mil a Jesús y su Teresa! Y podremos admirar y adorar el objeto de nuestros más privilegiados amores. Celebramos misa frente al sepulcro o en el altar del sepulcro de la Santa, y después…!ah, después vimos, contemplamos, admiramos, veneramos uno de los mayores prodigios que Dios ha obrado en este mundo. El corazón físico, real, de nuestra seráfica Virgen Teresa de Jesús; aquel corazón que tanto sintió y amó a Dios y a sus hermanos los españoles”. Enrique de Ossó: Revista Teresiana
CELDA DE SANTA TERESA
Lugar al que Enrique entraba directamente desde la clausura antes de estar abierta la ventanilla al público que se abrió en 1982. Era una simple celda y la imagen yacente de la Santa que ahora se ve en ella fue encargada a Barcelona por Enrique de Ossó, por sugerencia y petición del obispo Martínez Izquierdo. Cuando no se podía entrar en la clausura, Enrique y las hermanas que pasaban para la fundación en Portugal, entraban a orar en esa celda desde la clausura.
HERMANDAD TERESIANA UNIVERSAL
En la sacristía del convento de las carmelitas tuvo lugar la importante reunión que congregó a más de 200 personas para la firma de la Hermandad Teresiana Universal durante la primera peregrinación organizada por Enrique de Ossó en 1877. El libro, que se puede ver en el museo de las Carmelitas, recoge la firma de Enrique de Ossó, teresianas de la Archicofradía, una hermana en representación de la recién fundada Compañía de Santa Teresa, y otros que se unieron a Enrique en este proyecto que representa para los teresianos de hoy, el sueño de la Familia Teresiana.
“Uno de los más hermosos y preciosos frutos que ha producido sin duda alguna la primera peregrinación teresiana es la formación de la Hermandad teresiana universal, que brotó cabe el corazón transverberado y espinado de la Santa de nuestro corazón” (Enrique de Ossó: Revista Teresiana 1887)
LIBROS DE ENRIQUE DE OSSÓ
Alba era para Enrique un espacio más espiritual que Ávila y siempre que iba a Salamanca o Portugal pasaba por allí. El 27 de agosto, fiesta de la transverberación, y el 15 de octubre, se acercaba, siempre que podía, a celebrar a la Santa de su corazón. Todos los libros publicados los enviaba a las Madres carmelitas para que fueran puestos en el sepulcro de la Santa.
IGLESIA ROMÁNICA DE SAN JUAN
En el primer viaje que figura de Enrique de Ossó a Alba, tenía 35 años y estaba en pleno desarrollo de su propuesta apostólica teresiana con la Revista Teresiana y la Archicofradía. Precisamente en esta iglesia se constituye la Archicofradía de la ciudad, como solía hacer en muchas de las ciudades y pueblos que frecuentaba. Era párroco D. Luciano Pereña, amigo de Enrique en Alba. El famoso apostolado que se ve en la imagen no se encontraba entonces en el presbiterio sino en la fachada.
CONVENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ
Convento de los frailes Carmelitas en el que se hospedaba Enrique cuando visitaba Alba de Tormes. Era el lugar de estancia para los sacerdotes que llegaban allí. Enrique tuvo mucho que ver con el regreso de los carmelitas a Alba. A raíz de las peregrinaciones organizadas por él, los carmelitas regresaron a la villa para la atención y acogida de los peregrinos.
FUENTE DE SANTA TERESA
De Salamanca a Alba se llega por un camino en el cual se encuentra esta fuente. Se cree que era el camino que Teresa siguió y ésta la fuente en la que se sentó a descansar del viaje. El obispo Martínez Izquierdo recupera esta fuente con motivo de las peregrinaciones teresianas organizadas por Enrique. Altés, amigo y cronista de los viajes de Enrique, lo cuenta.
BASÍLICA de SANTA TERESA
Situada junto al río Tormes, su construcción se inició en 1898, de estilo neogótico. Es posible que Enrique hubiera favorecido la construcción de este proyecto puesto que la Villa no tenía infraestructura para acoger la llegada de tantos peregrinos y sus celebraciones. Podría ser que fuera un sueño de Enrique junto a su amigo Martínez Izquierdo. Su sucesor Tomás Cámara pondrá la primera piedra un año después de la muerte de Enrique. Se empezó con mucho entusiasmo, pero enseguida aparecieron las dificultades, por estar en zona próxima a la ribera del río, y se abandonaron las obras. En la idea original iba a ser el lugar donde se depositarían las reliquias de Santa Teresa. En 2008, la diócesis de Salamanca reinició los trabajos con un proyecto más modesto.